¡Comando Atlantis!

el nuevo fic basado en el rol del otro foro

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    A continuación voy a mostraros lo que es una aventura de auténtica Ciencia Ficción situada en el espacio, por la lucha de la supervivencia entre especies alienígenas frente a una raza tan peligrosa como la propia muerte. Llevaba muchos meses con ella en la cabeza, diseñando como podría ser la historia de cada personaje y ellos especialmente.

    NOTA: Aviso de que es larga, así que dedícale un buen tiempo ¬¬

    CAPÍTULO #1: LOS MILENARIOS


    Contada en primera persona por el propio Adam Malkovich.

    No recuerdo cuanto hace desde que empezó todo... muchos, muchos años. Diría que miles. Pero hasta que suceda los hechos hasta llegar al punto dónde me encuentro ahora, el Planeta Tierra, aún queda mucho si comienzo desde cero.

    Pero es necesario... necesario para conocer nuestro deseo, el porqué de nuestra lucha, y también conocer el significado de este viaje tan largo. Pido disculpas si no sé expresarme bien y si algunos detalles están borrosos, a lo largo de tantas batallas perdidas y victoriosas han llegado a ocurrir tantas cosas que nublan mi memoria...

    Los Milenarios vivíamos en una Galaxia conocida como 'Melinia-X', coloniando y dominando un máximo de siete planetas de los diez que había en toda la misma, siendo así, un gran logro para nuestra raza. Teniendo en cuenta también, que, somos una raza con una gran tecnología muy avanzada, no nos fue difícil adaptarnos con rapidez a las dificultades de los planetas que íbamos a colonizar.

    Cada planeta estaba dominado por Siete Sabios, uno por planeta. Sin embargo, cuando se trataba de las decisiones importantes se reunían entre todos con el pueblo, no dejaban que ellos mismos y solos fuesen los que eligiesen por su cuenta, como ocurre actualmente en la Tierra y es algo que me enfurece, dejando a un lado lo verdaderamente importante que es, los propios ciudadanos.

    ¿Qué tenían de especial aquellos líderes? Más que 'Sabios', eran 'Oráculos'. A lo largo de los años de sus 'mandatos', tenían visiones en sueños. Entre todos se contaron sus sueños y llegaron a la conclusión al interpretarlos como uno solo, que una gran amenaza va a existir y para derrotarla habrá que construir un arma definitiva.

    Los Milenarios somos pacíficos, y que de repente una visión esclarecedora les comentara que necesitan crear un arma definitiva les llegó a confundir notablemente. Sin embargo, los rumores de que una raza alienígena desconocida estaba atacando galaxias cercanas les produjo en su interior un terrible miedo y decidieron fabricar el arma.

    A día de hoy, desconozco todos los detalles de como consiguieron crear lo que llamaron más tarde 'Herencia Milenia', un poder creado con alta tecnología (más avanzada incluso que la nuestra) que sólo pudiesen controlar las Milenarias con el síndrome del 'ELTE', una fuerte depresión casi crónica y sin cura.

    Sólo pudieron crear uno. Pero era suficiente. Según sus palabras, cada Milenaria podría emplear la Herencia Milenia de forma diferente, dependiendo de su 'Imaginación'. Y supuestamente, este poder sería el único capaz de derrotar a esas infames criaturas alienígenas que solo desean destrucción.

    Dejémonos de la historia del pasado, y vayamos directamente a lo que importa. El comienzo de todo. En mi planeta natal, Dainzan-8, con mis 14 años recién cumplidos...

    PLANETA DAINZAN-8
    -Adam: ¡Padre!- mientras corría por una pradera al descubierto, mi padre se encontraba a lo lejor, cerca de la entrada a uno de los bosques del planeta.
    -Padre de Adam: Hola Adam. ¿No estás celebrando tu fiesta de cumpleaños? -me contestó a la llamada nada más acercarme a su situación.
    -Adam: No padre. -del agotamiento de la carrera estaba ventilando por momentos- No necesito celebraciones, y lo sabes. Solo quería hacerte una pregunta...
    -Padre de Adam: ¿Ah, sí? ¿Y de qué se trata? -me preguntó mientras me dejaba paso hacía el bosque, ya que necesitaba llegar hasta el interior a coger unas frutas que sólo allí crecían-.
    -Adam: ¿Es cierto lo que dicen los Sabios? ¿Qué una raza enemiga extraterrestre sumirá en el caos al Universo? -se lo comenté un tanto preocupado, aún sabiendo que mi padre no sería capaz de darme respuesta alguna.-
    -Padre de Adam: Hijo... -se puso nervioso y se tocó unos segundos la frente con la mano, como si le doliese la cabeza-, sabes que jamás he creído en las visiones del futuro. Respeto a nuestros líderes, pero no creo nada de lo que dicen como Oráculos.
    -Adam: Padre, ten en cuenta ese rumor de que unos extraños seres desconocidos están atacando las galaxias cercanas... -le decía mientras continuabamos por el bosque, cada vez accediendo a las partes más oscuras del mismo-
    -Padre de Adam: Bien me comentas tú que es un rumor. Aunque todavía no hemos salido de nuestra galaxia con nuestras naves -por aquel entonces nuestra tecnología nos permitió tener naves espaciales de viajes espaciales, obviamente, pero nuestra conducta pacifista hizo que jamás construyésemos naves de combate-, así que no se sabe nada. El día que los vea con mis propios ojos, lo creeré.
    -Adam: Como gustes, padre.

    Continuamos caminando juntos por el bosque sin nada que comentar. Aunque mi padre y yo nos quisieramos mucho, como buen amor paternal, eramos bastante solitarios y no sabíamos como mostrar el amor que sentíamos... algo de lo que me arrepentí desde ese día.
    Por fin llegamos a la zona más interior del bosque, dónde allí crecían los frutos llamados 'Mocfonias'. Eran picantes y al mismo tiempo salados, y mi madre los solía utilizar para crear mi plato favorito. Ya no recuerdo como se llamaba, después de aquel día jamás los volví a probar, además de que, los mocfonias solo crecían en aquel planeta.

    -Padre de Adam: ¡Jaja! Aquí están. -se adelantó para arrancar unos cuantos de los arbustos de los que crecían-
    -Adam: ¿Madre está preparando mi plato favorito, verdad? -obviamente, en aquel tiempo dije el plato por su nombre, pero no lo recuerdo después de tanto tiempo...-
    -Padre de Adam: Si, así es. Aunque aquí hay algo extraño...-se agachó hacía uno de los arbustos dónde los mocfonias estaban como mordisqueados y luego vomitados-
    -Adam: ¿Algo extraño?
    -Padre de Adam: Los frutos de este arbusto están mordisqueados... se ve que no le gustaron a quién lo hizo y luego los ha vomitado -poco después de decir esto, se agachó un poco más-
    -Adam: ¿Mordisqueados? Que yo sepa, no hay insectos que se alimenten de estos frutos, y menos aún animales, ya que están en los otros planetas. -se podría decir que mi planeta natal era un vergel de las frutas y las verduras y hortalizas más extrañas de la galaxia, y me atrevo a decir del universo-
    -Padre de Adam: Adam, te voy a pedir que te alejes de aquí -lo comentó en un tono de voz muy serio y preocupado, como si algo fuera mal-.
    -Adam: ¿Eh? ¿Ocurre algo? -me atreví a acercarme un poco hasta el lugar dónde estaba él. Para mi sorpresa, vi algo que no vio mi padre... parecía ser una especie de pinza que se encontraba en la parte baja izquierda del arbusto, bastante tapada por la vegetación del mismo. Comprendí en ese momento lo que me quería decir y me aparté un poco, pero vi como, lo que parecía ser una larga cola, se movía por la zona superior del bosque, entre los árboles. Asustado, quise avisar a mi padre- ¡¡¡Papá!!!
    -Padre de Adam: Dime hijo -se intentó levantar, pero en ese momento la criatura que estaba allí escondida hizo un movimiento muy rápido con la cola, que tenía la punta como si se un escorpión se tratase, y agarró con fuerza a mi padre...- ¡¡¡¡Aaaaaaaaah!!!!
    -Adam: ¡¡¡¡Padre!!! -grité asustado casi pálido, y me apresuré a sujetarle de ambos brazos. No se puede decir que fuese un debilucho, así que lo intenté con todas mis fuerzas aún con posibilidades que parecían ser neutras... aquella criatura no era bastante fuerte como parecía-, ¡¡no te sueltes padre!!
    -Padre de Adam: ¡¡Vete de aquí, Adam!! ¡No quiero qué te haga daño! -intentaba soltarse, pero yo no le dejaba-.
    -Adam: ¡¡Eso jamás!! -seguía sujetándole y estirando de él. Hubo un momento que pareció como si yo hubiese vencido y que porfin podría llevarme a mi padre conmigo... pero fue un error...-
    -Padre de Adam: Gracias hijo -dijo exahusto, casi sin aliento mientras intentaba levantarse. En ese momento se produjo la tragedia. No recuerdo como, estaba de espaldas a la criatura, y de repente... ¡ZASH! La criatura salió de su escondrijo y utilizó lo que yo vi en ese instante como cuchillas para... cortarle una de las piernas a mi padre. Me entró un pánico que jamás había sentido en la vida... el primero de muchos de ellos.- ¡¡¡Aaaaaaargh!!!
    -Adam: ¡¡Padre!! -me gire al momento, y vi, a aquella criatura. Medía tres metros de alto, enormes pinzas y dos más de ellas cuchillas en forma de guadañas, haciendo un total de cuatro brazos. Luego una extensa y larga cola con la punta en forma de las que tienen los escorpiones, además era muy ágil con ella. Y algo de lo que más me aterró de aquella criatura: una cara sin ojos, sin rostro, aunque con una boca plagada de pinchos afilados. Cuando llegué a la Tierra y vi las películas de ALIEN me asombré de su parecido con la cara de aquel ser. Poco después, sobre el pecho de la criatura había lo que parecía ser el rostro de un ser humano... pero no lo era, en absoluto. Aterrado, me quedé de piedra y no sabía como actuar...-
    -Padre de Adam: ¡¡¡Esto ya es imposible Adam!!! ¡¡Huye!! ¡Y avisa a los demás de las ciudades! -me lo dijo cuando sollozaba de dolor y me miraba con lágrimas en los ojos, mientras la criatura preparaba su golpe final hacía mi padre con sus pinzas y su cola... aunque no tenía pinta de tener hambre-.
    -Adam: ¡¡No puedo hacerlo!! -grité con todas mis fuerzas, e intenté agarrar una piedra del suelo y lanzársela a dónde tenía el rostro de humano sobre aquella criatura-. ¡¡¡Deja en paz a mi padre, inmundo!!! -le chillé al lanzarle la piedra-
    -Criatura: ¡¡Gyaaaaaaaaaaaaaahg!! -parece que di en el clavo, el pedrusco impactado con su rostro humano le produjo bastante dolor, y terminó por apartarse del cuerpo de mi padre y dar unos cuantos pasos atrás-.
    -Adam: Es el momento padre -me atreví a ponerle en pie y llevármelo a caballito, aún sabiendo que me costaría por que pesaba más que yo, pero no necesitaba nada más que el motivo de llevarle con vida a la ciudad más cercana.-
    -Padre de Adam: Como...quieras...hijo -mi padre estaba agonizando y convaleciente, se ve que decidió rendirse...algo que me entristeció muchísimo-.

    Le llevé a caballito por todo el bosque, en el camino de vuelta. Mi padre a veces soltaba algún que otro quejido de dolor, y acto seguido se me caía de la espalda. Literalmente no tenía fuerzas ni para sujetarse a mi. Cargué con el como pude... y aún sentí que aquella criatura nos estaba siguiendo, por unas extrañas pisadas a nuestra retaguardia y sus chillidos de dolor por el pedrusco de antes.

    Cuando por fin llegamos a la pradera, me tropecé y caímos los dos al suelo. Intenté coger a mi padre rápidamente, pero entonces lo vi a la luz del sol: la criatura estaba en la salida del bosque, preparado para el ataque. Sin embargo, de su rostro humano, de lo que debería de ser la oreja izquierda comenzó a brillar una luz verde. Y comenzó a hablar...

    -Criatura: Ilkkakjkj Kjjnnbasbh KJhfdadfsf Fgagaffare...

    Obviamente no entendía nada de lo que estaba diciendo, totalmente un idioma alienígena desconocido para nosotros. Parecía que estaba hablando con otro de su misma raza, pero mientras él estaba entretenido, yo aprovechaba para sujetar de nuevo a mi padre, cargárlo a la espalda, y llevármelo conmigo campo a través.

    Para mi sorpresa, una de las veces que giré para mirar atrás, a la criatura, esta se adentraba de nuevo en el bosque y desaparecía entre la maleza... diez minutos después de aquello, ya casi sin fuerzas, llegué a la primera ciudad.

    Debería de haber sido agradable llegar, ya que me preparaban una fiesta sorpresa, pero lo que vieron hicieron que no pudiesen alegrarse.

    -Amigo de Adam: ¡¡Adam!! ¿Qué ha pasado? -era uno de mis amigos, un chaval de un año mayor que yo, bastante alegre... que le fue bastante traumático ver a mi padre en ese estado.-
    -Adam: ¡¡Llamar al médico, rápido!! -grité mientras dejaba delicadamente a mi padre en el suelo-, no es nada... -aquí diría su nombre, para mi desgracia, de nuevo, no lo sé de memoria...-, lo contaré más tarde.

    Salí corriendo hacía mi casa, que estaba situada al lado de unos cuantos edificios de herrería y una cocina. No recuerdo sus detalles, pero sé que lo frecuentaba a menudo. De inmediato abrí la puerta de entrada de un empujón, y subí corriendo hacía nuestra residéncia.

    -Adam: ¡Mamá!
    -Madre de Adam: ¡Feliz cumpleaños otra vez, Adam! ¿Qué tal te ha ido el día? -era muy alegre y divertida...y estaba preparando en la cocina junto a mi hermano la comida para el cumpleaños-
    -Adam: ¡¡Tienes que venir con papá!! -curiosamente, esa vez fue la primera vez que les llamaba de una forma tan cercana... 'mamá y papá'... me gustó... lástima que además de la primera fue la última.-
    -Madre de Adam: ¿Qué sucede, Adam? ¿Qué ha ocurrido? -preocupada, dejó directamente la comida en el cuenco que estaba amasando, agarró con las manos aún pringadas la de mi hermano, y se acercó a mi.-
    -Adam: En...el bosque, yo... -no sabía como explicarlo, así que agarré la otra mano libre de mi madre y le hice que bajaran conmigo, cuando ya por fin llegamos a dónde dejé a mi padre, había un gran revuelo y allí estaban los médicos de la ciudad.-
    -Madre de Adam: ¡¡¡Cariño!!! -de nuevo, le llamó por su nombre, pero al no acordarme lo más apropiado es que al menos ponga un mote cariñoso que es como se suelen llamar las parejas hoy en día...-
    -Atlas: ¿Qué le ha pasado a papá, Adam? -comentaba preocupado, aún con nervios por su hiperactividad en el cuerpo, aunque con sus 9 años, era bastante maduro...-
    -Adam: En...el...bosque... -no me de di cuenta del miedo que había sufrido hasta que en ese instante me caí de rodillas al suelo, y me eché a llorar. Lo normal en mi no es llorar, pero no pude evitarlo. Además, sabía el resultado... mi padre, había muerto. Sobre el cuerpo de él, estaba mi madre, llorando su perdida y gritando que no quería perderle.-
    -Médico: Adam... ha perdido mucha sangre, aunque es mejor que lo hayas traído aquí para enterrarle dignamente... ¿qué ha ocurrido?
    -Adam: ¡Señor! -seguía llorando sin mirarle a la cara a nadie mientras estaba de rodillas en el suelo- ¡Apareció algo en el bosque! ¡¡Una criatura extraterrestre intentó matarnos!! -al decir esto, se armó un gran revuelo ante todos los allí presentes. Sé que eran bastantes, no sé si toda la ciudad-
    -Médico: ¿Cómo dices...? ¡Llamad al Sabio, rápido! -se agachó para consolarme y poco después gritó lo último hacía uno de los ciudadanos, que rápidamente fue a por la alarma de peligro. No recuerdo dónde estaba, pero no le costó mucho dar con ella, y en seguida se dió la alarma.-

    Dos o tres horas después, estaban preparando a mi padre para el entierro. Mi madre estaba tan triste que su bello rostro de alegría se apagó, y en cuanto la mirabas sentías su tristeza... y te contagiaban las ganas de llorar. Es normal entre Los Milenarios que un matrimonio se ame tanto, y lo que es más importante, para siempre.
    El Sabio de mi planeta llegó por fin, y fue rápidamente a hablar conmigo.

    -Sabio: Dime Adam -claro que me conocía, puede que fuese un 'líder' y que tuviese ciertos poderes, pero también se comportaba como un ciudadano como cualquier otro, y además le habría ayudado alguna que otra vez...no recuerdo en qué-, ¿qué es exactamente lo qué has visto?
    -Adam: ...Se...señor... -seguía llorando, pero me armé de fuerzas para contarle lo que había visto-, era... muy grande *snif*, tenía pinzas y también *snif* cuchillas, y una cola muy larga en punta *snif* que ... parecía un aguijón... *snif* y no sé describir su cara, pero *snif*...tenía en el centro de su cuerpo el rostro de un ser humano...

    Al decir aquello último el Sabio se alzó de repente, se quedó pálido y sin palabra alguna. Tras unos instantes de mudez absoluta, y una gran cara de susto, se giró hacía los ciudadanos y les rogó que llamaran a los otros planetas...

    -Sabio: Tenemos un ligero problema...
    -Ciudadano: Dinóslo directamente. ¿¿Qué sucede??
    -Sabio: Llamar al resto de planetas... -aún seguía pálido y con un gran miedo en sus palabras temblorosas-
    -Ciudadano (2): ¿Porqué?
    -Ciudadano: Lo haremos, pero dinos porqué.
    -Sabio: La profecía... se ha hecho cierta. -en ese instante todos los ciudadanos allí presentes que lo escucharon sentieron el temor más terrible que jamás habían presenciado nunca.-
    -Atlas: ¿Qué pasa? -era maduro, pero en aquel momento no sé que estaba haciendo que no se enteró de nada-
    -Madre de Adam: ¡Adam! -gritó mirándome hacía mi, aunque no tenía fuerzas para mirar a nadie a la cara, a ella si la miré.-
    -Adam: Si...mamá...
    -Madre de Adam: Llévate a tu hermano, no quiero que vea a su padre así.
    -Atlas: Pero papá está durmiendo... ¿no...? -nos había gastado la broma otras veces...pero...-
    -Madre de Adam: Esta vez -cabizbaja- no, cielo.
    -Atlas: Pero... -se acercó al cuerpo de mi padre, y lo abrazó. Al verlo estallé en un mar de lágrimas aún más fuerte que antes- ¿Papá? -al ver que no reaccionaba, ni siquiera un pequeño ronquido de broma que hizo en anteriores ocasiones cuando nos gastaba estas bromas de pequeños, comenzó a tener lágrimas en los ojos- ¡Papá! ¡¡Papá!! -movía el cuerpo de mi padre para que espabilara, pero cuando vió que no respondía, y que le faltaba una pierna incluso, abrazó en lágrimas a mi madre- ¡Mamáaaaa!
    -Madre de Adam: Tranquilo hijo, sigo aquí... -le dijo mi madre también bañada en lágrimas.-

    En ese instante hubo respuesta de los demás planetas. Cuando el Sabio estaba a punto de comunicarse con ellos, ocurrió la catástrofe...

    -Amigo de Adam: Mmm, ¿no oís algo? -todos nos quedamos en silencio y miramos hacía todas partes...nadie vió nada hasta que yo miré hacía dónde vinimos del bosque... y de allí aparecía una nave espacial cuyo motor era lo que oyó mi amigo-.
    -Adam: ¡¡Es aquello de ahí!! -señalé rápidamente con el dedo sin miramiento ninguno, sentí miedo, pero sobre todo, odio al saber que se trataba de la nave de aquel ser alienígena. -

    Todos se giraron y vieron a la nave huir hacía el espacio. ¿Huir? Nada más lejos de la realidad. Al parecer tenían pirateadas nuestras comunicaciones. Algo que estaban esperando era que los Sabios y todos los habitantes de los planetas se reunieran en un mismo lugar... que error cometimos.

    En cuanto nos quisimos dar cuenta, una orda de veinte naves enemigas aparecieron sobre la superficie del planeta, para poco después entrar en el mismo y atacarnos. Comenzaron por los bosques, los huertos y para terminar, las ciudades. Lo hicieron tan rápido, que no recuerdo cuanto tardaron ni como se desató el caos...

    Sé que estuve huyendo durante un poco tiempo llevando a mi hermano de la mano, perdiendo de vista a mi madre que se dispuso, con total valentí, llevarse el cuerpo de mi padre a un refugio para enterrarlo después dignamente.

    No recuerdo nada más porque nos intentamos meter en un refugio y nos caímos por la trampilla, quedando inconscientes al acto. Al parecer estuvimos solo media hora dormidos, cuando nos despertamos los dos...

    -Atlas: ¡Me estás chafando! -al parecer me caí encima de él. Fueron estos gritos los que me despertaron-
    -Adam: Perdón, perdón. -me quité rápidamente, además de que me puse rápidamente en pie.- A ver... no se oye nada ahí fuera.
    -Atlas: Se habrán ido. -dijo tan tranquilo, esperanzado-
    -Adam: Aún así la trampilla está abierta y veo mucho humo... da igual, salgamos -agarré una escalera que había por allí y la sujete contra la salida de la trampilla. Comenzamos a trepar...y yo salí primero de allí.- Oh, no...
    -Atlas: ¿Qué pasa hermano? -me dijo al subir y se puso a mi lado...-

    El paisaje era desolador. Caos. Destrucción. Toda la ciudad en ruinas, en llamas, y hasta cadáveres de nuestros amigos y familiares por el suelo, bañados en sangre, heridos o hasta desmembrados por los disparos, o hasta con boquetes de edificios aplastándoles.

    -Atlas: ¡¡¡Aaaaaah!!! ¿Porqué? -se pegó un buen susto, y de inmediato se abrazó a mi, intentando taparse la cara para no ver nada...-
    -Adam: Agh... ¿eh? -vi a alguien tumbado en el suelo bastante familiar... mi amigo y el sabio estaban ambos en el suelo, y parecía que aún seguían vivos.- ¡Atlas, vamos!
    -Atlas: Yo no quiero ir... -me soltó y se agachó sentado en el suelo, posando su cabeza sobre sus rodillas plegadas y temblando de miedo-
    -Adam: ... Espérame aquí. Y si ocurre algo, grítame para que venga, ¿de acuerdo? -marché rápidamente dónde estaban ellos-.
    -Amigo de Adam: Adam... -estaba agonizando...me dió mucha lástima verle así... con los buenos momentos que habíamos pasado-, amigo...fue bonito conseguir tu amistad...
    -Adam: No te me pongas ñoño ahora. Seguro que te pondrás bien. -en aquel momento no vi que le atravesaba una especie de barra de hierro por todo el esternon...-
    -Amigo de Adam: Jaja, que optimismo -aún fue capaz de esbozar una sonrisa a pesar del dolor que soportaba y de las lágrimas que caían de sus ojos-... si encuentras a mis padres vivos, diles que les quiero... -y esas fueron sus últimas palabras. Me reservé mi derecho a llorar y le abracé, para poco después cerrarle los ojos con mis dedos.-
    -Sabio: A...Adam.
    -Adam: ¡Está vivo! ¡Dígame! -me puse de rodillas a su lado. Él también estaba bastante mal, había perdido mucha sangre y a penas podía hablar.-
    -Sabio: Hay...una...una...una... -agonizando, apenas podía respirar.-
    -Adam: ¡No es necesario qué hable! ¡Descanse!
    -Sabio: Da...igual...-agarró todas sus fuerzas, y las utilizó para que su último aliento me dijese lo más importante que pudo-...busca...el ELTE... y... la nave que hay... en las catacumbas...ponla en funcionamiento...y...rescata a los... supervi...-en ese momento cayó despacio hacía el suelo, y ya supe que quería decir. También comprendí su mensaje... un poco más lejos encontré a mi abuela materna.-
    -Adam: ¡¡Abuela!! -allí ya estaba Atlas, ayudando a su abuelita en sus últimas horas de vida.- ¿Abuela? ¡Soy yo, Adam!
    -Abuela de Adam: Hola... Adam... me alegro de ver que estáis bien... ahora... -estaba cayendo también ligeramente hacía atrás, como con el Sabio-, por favor, sálvalos a todos... -me quedé de piedra... ¿yo? poco después comprendí lo que me quería decir, o me hicieron ver comprender...-

    Ambos nos quedamos allí parados, abrazándonos a nuestra abuela. En aquel momento también temía por lo que le hubiese pasado al resto de mi familia y especialmente a mi madre, que estaba buscando un refugio para ella misma y el cuerpo de mi padre... nos quedamos allí llorando desahogándonos durante... más de una hora.

    FIN DEL CAPÍTULO 1

    PD/NOTA: Podéis ver los personajes en el tema de comentarios y críticas.
     
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    CAPÍTULO #2: LA NAVE


    Contado por Adam Malkovich.

    Tras los acontecimientos del ataque de aquellos terribles seres, Atlas y yo continuábamos en nuestro planeta natal, abrazándonos al cuerpo de nuestra abuela, ya fallecida en el suelo de la ciudad, bajo un paisaje de caos y destrucción desolador.

    Escombros, fuego, cadáveres ensangrentados y desmembrados por todas partes. Allá dónde miraras sólo había dolor, y en tu interior solo notabas desesperación... ¿Por qué? ¿Qué les habíamos hecho nosotros? En aquel momento no lo comprendimos, pero si más adelante... mucho más adelante.

    Esta vez relataré la búsqueda de mi querida madre, cuya última vez que supimos de ella, estaba intentando llevar el cadáver de mi padre a un refugio para luego enterrarle dignamente.

    DAINZAN-8 (2)
    Seguíamos abrazados al cuerpo sin vida de nuestra querida abuela, aunque yo sabía que tendríamos que movernos alguna vez de allí. Mi hermano seguía llorando, y no parecía tener intención de detenerse... le dejé que llorase a gusto mientras yo me levanté del lugar. Cogí la manga de mi camiseta para limpiarme las lágrimas, y comencé a andar.

    -Atlas: ¡Hermano! -aún con lágrimas en los ojos-, ¿a dónde vas?
    -Adam: A buscar a mamá -no era capaz, sin saber porqué, no podía mirarle a la cara. De alguna forma, algo en mi interior hacía que me sintiese culpable...
    -Atlas: ¡Voy contigo! -se levanto corriendo y marchó inmediatamente a mi lado. No quería mostrarme tan sensible, que en cuanto se puso a mi lado aparté la vista y miré hacía el otro lado. Desde aquel entonces noté que luego Atlas se distanciaba conmigo...
    -Adam: Atlas, quiero avisarte -le comenté mientras comenzamos a caminar, aún sin hablarle a la cara -, de que posiblemente cuando encontremos a mamá veamos algo que no nos guste.
    -Atlas: ¡Deja de decir eso, hermano! ¡No demos nada por hecho hasta qué la veamos! -No es que fuera realista, era muy optimista. Me gustaba su forma de pensar.
    -Adam: Ojalá sea cierto -terminé la frase en tono muy frío, creo que se sintió un poco incómodo.

    Continuábamos caminando por las desoladas y destruidas calles de la ciudad, aún contemplando el caos y más y más cadáveres. Para nuestra desgracia parecía que nosotros fuésemos los únicos supervivientes de esta ciudad, pero, ¿y los ciudadanos de las restantes? ¿Habrían atacado los otros planetas? En ese instante ese mar de dudas me estaban inundando la cabeza. Dejé de llorar y cada vez tenía un tono más serio y con el ceño totalmente fruncido. No me percaté que en esos momentos Atlas estaba muy incómodo...yo, que siempre he sido un hermano protector.

    Una hora después, más o menos, llegamos a un refugio que construyeron mis padres hará varios años. Aunque mi padre dijo que no creía en las visiones del futuro de los Sabios, mi madre si, y le insistió en crear un refugio especial. Mi padre lo construyó, además de que de vez en cuando lo utilizábamos Atlas y yo para escondernos cuando nos portábamos mal, y otras para ocultar cosas como si de un almacén se tratase.

    Sin embargo, parecía totalmente vacío. Los dos nos quedamos mirando al refugio sin decir nada. Se situaba bajo tierra, entrando desde una escotilla. La escotilla estaba cerrada. Sentimos mucho miedo. No podíamos soportar la idea de que nuestra madre hubiese muerto. Nuestros padres. A los que tanto queríamos. Y con los buenos momentos que habíamos pasado juntos como familia feliz...

    -Atlas: Entonces... ¿entramos?
    -Adam: Si queremos saber si mamá está bien, tenemos que hacerlo -lo dije en un tono un tanto borde y demasiado serio... creo que mi hermano entendió la situación.

    Me agaché para intentar abrir la escotilla. No se lo comenté a mi hermano, pero la escotilla estaba tan cerrada como la solía dejar mi padre. Mi madre no tenía tanta fuerza para abrirla de esa forma... así que ya supuse que nos íbamos a encontrar vacío su interior... aún así, para no preocupar más a mi hermano, la abrí en unas cuantas vueltas. Tras un gran esfuerzo para girar la escotilla, conseguí abrirla.

    Los dos nos asomamos. No vimos absolutamente nada. Todo estaba como siempre. Nuestros peluches, muñecos de trapo, cuyas formas eran las típicas de los animales e insectos de nuestra galaxia: un Jornialto, un Mondageto, un Escorfidio... los veía y me reconfortaba.

    También podía observar el resto de cajas metálicas dónde guardábamos los trastos que no necesitábamos en casa, hasta los triciclos de cuando éramos pequeños. Digo triciclos para que os hagáis una idea, ya que, en mi galaxia algunas cosas eran bastante diferentes a las que hay en la Tierra.

    El refugio estaba completamente vacío. Noté de inmediato como algo a mi espalda se cayó de un golpe al suelo. Era Atlas. No soportaba saber que su madre no había llegado aquí con vida.

    -Adam: Atlas... -por fin me decidí a dirigirme a él directamente, sin ocultar mi cara. Se había tumbado, estaba en una posición fetal, con los ojos cubiertos por lágrimas-, hermano...
    -Atlas: No está viva... ¿verdad?
    -Adam: Parece que no, Atlas... ni siquiera la hemos visto por la ciudad.
    -Atlas: Yo...no me veo sin ella... ni sin papá...
    -Adam: Hermano... salgamos de aquí... -me apresuré hasta las escaleras que me ayudarían a volver a la superficie.

    De nuevo me mostré frío y distante. Subí hasta la superficie y esperé a que Atlas subiese. Pero seguía allí tumbado llorando. Podía oír incluso como híper ventilaba...

    -Adam: Atlas, al menos vayamos a buscarles.
    -Atlas: ¡¡Para qué!! -me respondió gritándome con un tono igual de serio-, ¡si ya sabemos que están muertos!
    -Adam: ¿Mamá no iba a enterrar a papá? Hagámoslo nosotros con todos. Se lo merecen.

    Creo que le hice entrar en razón, porque de inmediato se levantó, se limpió las lágrimas con su camisa, y comenzó a subir las escaleras hasta llegar a fuera. Volví a cerrar la escotilla. Decidí no cerrarla, puesto que, ya nada iba a poder entrar. Tal vez más adelante cogiésemos algo.

    Nuestra siguiente duda era que hacer. Estábamos allí plantados, de pie, en una parte de la pradera cara a la ciudad. Pasaron cinco minutos hasta que uno de los dos decidió hablar...

    -Atlas: ¿Y qué hacemos?
    -Adam: No lo sé. Esto para mi es demasiado grande.
    -Atlas: ¿Es necesario hacerlo...?
    -Adam: Lo primero que vamos a hacer será ir a las otras ciudades. Si hay supervivientes... no estaremos solos.
    -Atlas: Pero... -sabía que la duda estaría presente-, ¿y si ha pasado lo mismo? Quiero decir, esas naves... atacaron todo, tu lo viste.
    -Adam: Sé lo que vi. Sé que vi muchas naves atacando los bosques -dirigiendo mi mirada hacía ellos, totalmente destruidos y calcinados...-, atacando la ciudad... si, atacando las ciudades. Pero es una posibilidad.

    Dejé de hablar y comencé a caminar hacía el este, dónde se encontraba la siguiente ciudad más cercana. Aunque sabía que las posibilidades eran ínfimas, no quería rendirme. Mi hermano, que de inmediato marchó corriendo a mi lado, era en este instante más realista que yo, y estaba totalmente cabizbajo... sabía lo que nos íbamos a encontrar.

    Mientras caminábamos por la pradera, que, curiosamente no fue atacada por las naves, podíamos ver a lo lejos, a nuestras espaldas, la ciudad. Destruida. En llamas, aunque ya se estaban extinguiendo, al igual que las de los bosques de los alrededores. En el horizonte, también, veíamos humo desde todas direcciones. Un humo intenso, negro, de explosiones, de fuego.

    Decidimos no pensar en ello y continuar nuestro camino, hasta que llegamos por fin a la siguiente ciudad. Me eché las manos a la cabeza. El paisaje era el mismo que en la anterior... destrucción, caos, cadáveres por el suelo... ¡nadie parecía estar vivo! ¿Quería decir que éramos los únicos supervivientes en el planeta? ¿Qué el resto habían sufrido la misma suerte?

    -Atlas: Te lo dije... -un tono de decepción, al mismo tiempo de que se sentía orgulloso de tener razón- ¿Qué hacemos ahora?
    -Adam: No lo sé.

    Me puse a pensar serenamente. Estaba también muy enfadado, pero no quería gritarle a mi hermano. No quería hacer que se sintiese más mal de lo que ya estaba. Me relajé, miré hacía el cielo y me puse a pensar. Aún recuerdo todo lo que pasó por mi mente en aquellos momentos... o casi todo.

    “¿Qué hago? ¿Cómo sobrevivo aquí con mi hermano? Bosques destruidos... seguramente lo hiciesen para que los supervivientes no pudiesen alimentarse de los frutos... No tenemos aquí transportes... además, seguro que también han destruido los puertos de atraque... Esto... es... ¿nuestro fin?
    ...Oh.... ¿qué dijo el sabio?

    Sabio: Da...igual...busca...el ELTE... y... la nave que hay... en las catacumbas...ponla en funcionamiento...y...rescata a los... supervi...

    Si... recuerdo estas palabras. Pero, ¿catacumbas...?”

    -Atlas: Hermano, ¿estás bien?
    -Adam: Atlas... -me dirigí a él directamente, le miré a los ojos y le hablé en un tono muy serio esperanzador. Esperaba que entendiese el mensaje-, ¿te animarías venir conmigo a buscar una nave espacial?
    -Atlas: ¿Una nave? ¿Aquí? ¡Pero, Adam! -saltó de repente, un tanto preocupado por si yo no había entendido la situación-, ¡seguro qué las han destruido esos malos!
    -Adam: Cuando estaba hablando con el Sabio, dijo que existía una nave.
    -Atlas: ¿Aquí? ¿En este planeta? ¿Dónde, hermano?
    -Adam: Es el problema. Decía que estaba en las catacumbas.
    -Atlas: ¿Catacumbas? Nunca nos han hablado de ellas.
    -Adam: Lo sé...

    Nos sentamos en el suelo y procedimos a descansar. Nos apoyamos nuestras espaldas el uno al otro, y mientras él descansaba, yo ideaba algún tipo de plan para encontrar dicha nave, pero, ¿dónde se supone qué estaban esas catacumbas? Di con una respuesta, que seguramente sería un tanto estúpida...

    -Adam: ¿Intentamos buscar la casa dónde vivía el Sabio?
    -Atlas: Seguramente esté destruida, Adam...
    -Adam: Tienes razón... no se me ocurre nada entonces.
    -Atlas: Y si... -se detuvo, pensando que lo que iba a decir no tendría sentido ninguno.
    -Adam: No te lo calles Atlas, dilo.
    -Atlas: Creo que cuando era más pequeño escuché al Sabio una vez hablar sobre unas cuevas...con túneles secretos en las montañas.
    -Adam: Mmm... -no parecía nada descabellado. De hecho, no me importaba intentarlo. Mejor probar suerte a quedarse allí tumbado y esperar a morirte de hambre o que vuelvan las naves...-, vamos a intentarlo.
    -Atlas: ¿Seguro? A lo mejor no fue exactamente lo que oí de pequeño...
    -Adam: Atlas, prefiero intentarlo a quedarme aquí mientras me muero de hambre o espero a que las naves regresen para exterminar a los supuestos supervivientes -en ese instante me levanté, me expulsé la suciedad de los pantalones y caminé un poco hacía las montañas-, ¿no crees?

    Atlas siguió mi ejemplo y se levantó, y comenzamos a, de nuevo, caminar juntos hacía las montañas. Sabíamos que el viaje sería un poco largo, pero aún guardábamos un poco de esperanza... Para colmo, al poco de ponernos a caminar empezó a oscurecerse el cielo, señal de que estaba a punto de llover. Lo único positivo que pensamos que tendría es que nos limpiaría y que apagaría el resto de incendios que quedaran por extinguir.

    Tras media hora caminando sin descanso, comenzó a llover. A mi no me importó mojarme, pero a mi hermano parecía si molestarle. Se tapaba la cabeza con las manos como si eso le ayudaría a evitar mojarse por la lluvia. No pude evitar, a pesar de la situación, esbozar una pequeña sonrisa mientras le miraba y continuar nuestro viaje.

    Por fin era de noche. Parecía increíble que nos hubiese parecido tan largo el día. Pensar, que hace pocas horas unas naves enemigas llegaron al planeta para destruirlo todo... Y ahora el bosque, aunque calcinado, tranquilizado por la lluvia parecía otro paisaje.

    Nos resguardamos sobre unos árboles caídos que creaban una pequeña cueva. Mientras mi hermano se ocultaba allí debajo yo salí a la lluvia. Me gustaba mojarme con ella. Pensé que jamás volvería a sentirla. Alcé mi cabeza al cielo y cerré los ojos, para dejar que la lluvia llegase hasta mi cara.

    Sin embargo, en algún momento escuché algunas pisadas. Debido a que todo estaba oscuro y sólo se veía pocas veces la luz de la luna, una hermosa luna que jamás pensé que volvería a ver, no conseguí ver nada. Pero no me preocupé. Tampoco quería preocupar a mi hermano y asustarle. A lo mejor pensé en aquel momento que serían imaginaciones mías...

    No pudimos dormir en toda la noche. No después de todo lo sucedido. Directamente, cuando me cansé de estar bajo la lluvia me resguardé junto a mi hermano y nos abrazamos para entrar en calor, y esperar a que se hiciese de día para continuar el viaje. Tampoco dijimos ni una sola palabra. Era suficiente saber que estábamos vivos.

    Varias horas después, amaneció. En seguida vimos salir la luz del sol. Jamás nos habíamos parado a observar lo bonito que era un amanecer. Ver como salía el sol, y cuán bonito era el paisaje no tenía precio. Eso nos reconfortó para continuar el viaje, así que nos armamos de valor, y mientras seguíamos, dejábamos atrás el paisaje que nunca queríamos olvidar.

    Ya estábamos agotados en el viaje, por suerte, unos pocos kilómetros más. No sé decir con certeza cuantas horas pasarían, casi hasta mediodía y un poco más, recuerdo que no dijimos nada en toda la mañana y siempre íbamos con paso firme. Hasta que...

    -Atlas: Estoy... agotado... -dijo mientras forzaba la respiración; no estaba acostumbrado a los trayectos tan largos sin paradas, y menos aún, sin comer absolutamente nada.
    -Adam: Tranquilo. ¡Ya estamos en las montañas! -dije en tono de alegría, para intentar animarle, pero aún seguía forzando la respiración- Bueno, ¿no recuerdas nada más?
    -Atlas: Si...si...creo que dijeron...un símbolo Milenario... esa era la señal.

    En aquel momento me pareció extraño, ya que, cuando fui más pequeño, recuerdo que alguna que otra vez visité las montañas en una excursión con mis amigos y no vi nada parecido. Así que, sin más dilación, le pregunté a mi hermano...

    -Adam: Atlas, jamás se ha visto eso por aquí.
    -Atlas: ¡Estaba...escondido! Tu dijiste de venir aquí, así que ahora no me eches la culpa -me puso una cara como si hiciese pucheros, así que no quise quejarme...
    -Adam: De acuerdo, de acuerdo, lo buscaremos. Lo malo es, ¿por dónde empezamos?
    -Atlas: ¿Algún sitio dónde hayan cuevas subterráneas...?
    -Adam: La Mina es la única que conozco. Pero lleva cerrada mucho tiempo.

    En ese instante caí. ¡Las minas eran las catacumbas! Llevaban cerradas hace muchos, muchos años, casi desde los inicios de nuestra raza. Pensé que estaba cerrada porque no contenía recursos o por riesgo de derrumbamientos, así que al principio no le di importancia.

    -Adam: ¡Son las minas! -dije muy seguro de mi mismo, con alegría, y con una sonrisa de esperanza que le levantó el ánimo a mi hermano.
    -Atlas: ¿Lo ves? Lo que pasa es que no sé dónde están las minas...
    -Adam: Bueno, yo si. En una de las excursiones casi nos colamos en ellas con mis amigos... casi.
    -Atlas: ¿Porqué no entrastéis?
    -Adam: Otro ciudadano de las ciudades vecinas pasaba por allí esa vez y nos prohibió la entrada. Supongo que somos demasiado buenos como para no hacerle caso. ¿Entramos?

    Atlas asintió con la cabeza y comenzamos a escalar las rocas para acceder a la montaña. Era difícil, a penas teníamos fuerzas por el hambre y por no haber dormido, y algunas de ellas eran inestables y estaban a punto de desprenderse del muro de piedra. En algún momento parecía que nos íbamos a caer, pero no nos rendimos y seguimos escalando.

    Por fin accedimos a una zona lisa de tierra de la propia montaña. Si mirábamos hacía abajo, tampoco estaba tan alto, sólo 5 metros de altura... que dentro de lo que cabe para escalar una montaña es una miseria. Pero éramos niños, teníamos sueño, hambre, y eso nos hizo pensar que escalábamos una de muchos más metros de altura... más del doble.

    -Atlas: Entonces, ¿por dónde es?
    -Adam: Pues... -miré con atención mi alrededor y vi un pequeño camino repleto de piedras que no se parecían al del resto de la montaña, recordé que esas mismas estaban dentro de las minas-, es por allí.
    -Atlas: Vale. ¿Cuando estemos allí que haremos? -me preguntó mientras seguía mi paso. Sabía que estaba agotado, incluso por su hiperactividad, pero volvió a tener energía... supongo que al notar un poco de esperanza.
    -Adam: Buscar ese símbolo -dije seguro de mi mismo, sabiendo que las Minas iban a ser las Catacumbas.

    El camino hacía dichas minas estaba repleto de rocas puntiagudas, grandes, pequeñas... con subidas y bajadas...en uno de los caminos se desprendieron unas rocas que casi nos aplastan, por suerte, lo vimos de inmediato y nos apartamos rápidamente. La mala suerte hizo que dichas rocas bloquearan el camino de regreso. Pero ya buscaríamos otra forma de salir de allí en caso de que la mina fuese una pista falsa.

    Por fin llegamos hasta allí. No podíamos hablar, estábamos exhaustos, ¡las habíamos encontrado! Me apresuré rápidamente a intentar quitar las tablas de madera que cubrían la entrada, como medida para que nadie más entrase. Me faltaban fuerzas por el hambre, así que no sería fácil.

    -Atlas: Quieres que te ayude, ¿hermano?
    -Adam: Atlas -mientras seguía haciendo fuerza para quitar las tablas, al parecer, estaban juntas entre sí-, sabes mejor que yo que tienes menos fuerza ahora, no te...preocupes por mi.
    -Atlas: Pero...yo...
    -Adam: Tranquilo... -me empecé a preocupar por no poder al final abrir la entrada, y de ahí saqué unas fuerzas de flaqueza que jamás pensé que llegaría a tener- ¡¡¡vamoooos!!! -grité con fuerzas, y en ese instante las tablas de madera, se partieron por la mitad, cediéndonos el paso a las Minas.
    -Atlas: ¡Bien hecho, hermano! -se puso a saltar todo contento, como si volviese a gozar de toda su hiperactividad de antaño.
    -Adam: Ahora bien, vamos. Hay que tener cuidado, a lo mejor se derrumban.

    Entramos los dos con cuidado, y comenzamos a caminar dentro de las Minas. Era curioso... no parecían minas cuyo interior era roca, piedra, tierra... ¡eran túneles! El material parecía Arquelita, un acero propio de nuestra galaxia, con el cuál creamos nuestras naves espaciales. Creíamos desde hace casi un siglo, que este metal había desaparecido para siempre.

    Las paredes de la Arquelita además tenían dibujadas símbolos. Los símbolos son los propios de los Milenarios, como si fuesen jeroglíficos. Tenemos nuestras propias letras, pero los Milenarios, sobre todo para anotar enigmas y todo este tipo de cosas, creamos siluetas y símbolos, para descifrarlo luego.

    Por suerte mi padre y el Sabio me habían enseñado a descifrarlos. Al saber, ya tenía claro que estábamos en las Catacumbas que decía el Sabio.

    “Sólo cuando las pesadillas se hagan realidad, podréis entonces, pedirle ayuda a La Nave”

    ¿Quién habría escrito todo aquello? Era todo un misterio, supongo que nuestros primeros antepasados y aquellos que descubrieron la tecnología para crear la Herencia Milenia, pero me centré en seguir adelante. Hasta que llegamos a lo que parecía ser una compuerta.

    Ah, y os diréis, ¿si son unas catacumbas, no debería estar todo oscuro? Debería. Pero en cuanto accedimos a la zona de la cueva dónde comenzaban las partes de los túneles, automáticamente se encendió lo que parecía ser una pequeña luz de emergencia. Débil, si, pero suficiente para poder ver el camino y leer las siluetas de las paredes.

    El símbolo que había en la compuerta lo descifré como lo siguiente:

    “Sé el elegido para liberar a todo el Universo”

    Estas palabras me dejaron un poco confuso. Pero también me tranquilizaba. Aún así, no tenía ni idea de como abrir esa compuerta, no parecía tener una palanca, un panel, botones o nada parecido. ¿Cómo íbamos a entrar entonces?

    -Atlas: ¿Qué ocurre, Adam?
    -Adam: No sé como vamos a entrar...
    -Atlas: ¿No lo dicen los escritos?
    -Adam: No llego a tanto. Además, me parece que no. He podido descifrar algunas frases, pero...de todas formas no he leído nada de compuerta -me sentí un poco confuso por todo, y me senté en el suelo, intentando pensar en una solución.
    -Atlas: A ver... -se acercó a la compuerta y la miró atentamente, para poco después colocar una de sus manos justo en el centro de la misma.
    -Adam: Ya buscaremos una solución Atlas -le dije mientras continuaba sentado pensativo.
    -Atlas: Adam, ¿puedes venir un momento? -me dijo, a lo cuál respondí levantándome a gran velocidad.
    -Adam: ¿Qué? ¿Has visto algo?
    -Atlas: Pon una mano en el centro.
    -Adam: ¿Eh? ¿Qué dices...?
    -Atlas: Yo lo he hecho. Y está bastante caliente que casi te quemas. Pon una, va.
    -Adam: Si te hace sentir mejor... -ni corto ni perezoso, así lo hice. Coloqué mi... bueno, no recuerdo cuál de ambas manos fue, pero fue colocarla justo en el centro de la compuerta y así es, estaba ardiendo esa zona...- que extraño... también notó energía... energía extraña.

    En ese momento la luz se restauró completamente en el túnel. Sorprendidos los dos, nos volvimos hacía atrás. Yo seguía con la mano en la compuerta, cuando noté que se desplazaba... nos giramos entonces, ¡y se estaba abriendo! No dijimos nada, la emoción nos dejó completamente mudos.

    Corrimos como locos al interior de la compuerta, para nuestra sorpresa vimos lo que parecían ser unos puertos para naves espaciales, aunque allí solo se encontraba una. Mientras caminábamos en las pasarelas para llegar hasta el puente que nos dejaría entrar en la nave, nos sorprendíamos de todo lo que veían nuestros ojos.

    A pesar de los años, el lugar se mantenía como nuevo. Ni un rasguño. Ni un óxido. Y la nave, era inmensa. Podríamos meter allí mismo nuestra población entera de los siete planetas que formaban nuestra galaxia.

    Para describirla bien, diré que la nave en sí parecía una 'langosta'. En su forma, obviamente no tenía pinzas ni esos extraños bigotes ni una cola. Cuatro enormes propulsores en la parte trasera de la nave. Curiosamente las pasarelas hacían un extraño camino en caracol, dónde podías ver al completo como era la señora nave. El 'pico', dónde supuestamente estaba la zona de control de la nave, sobresalía un poco más, pero no tanto como las 'alas', ligeramente arqueadas y más amplias y largas. El color de la nave era de un extraño morado, violeta y azul oscuro. Nuestras naves normalmente son negras y grises, debido a la combinación de metales y otros derivados por eso nos sorprendió.

    Ahora bien, por fin estábamos llegando a la entrada. Atlas se puso muy nervioso y contento, y corrió a gran velocidad hacía la entrada a la nave. Para su sorpresa, se abrió automáticamente. Pensé que reconocía que éramos Milenarios y que tenía 'vida propia', o casi, y así fue, acerté de pleno...

    -Atlas: ¿Entramos o no, Adam?
    -Adam: Claro. Adelántate tu, ya voy.
    -Atlas: ¡Te espero dentro, hermano! -y corrió tan alegre a su interior.


    Me detuve un instante para armarme de valor y recordar por última vez a todos mis amigos y parientes dejados atrás. Sentí mucha lástima por no haber encontrado a mi madre, y peor aún no haber podido enterrarlos a todos como se merecían.

    No lo recuerdo bien, pero creí sentir que algo o alguien nos estaban vigilando y creo que me quedé allí fuera bastante rato para asegurarme. Aunque no vi nada hasta mucho más tarde, pero no quiero adelantar los acontecimientos.

    De momento lo dejo aquí... ya conoceréis todos los detalles del interior de la nave... y lo que sucedió poco después de entrar en ella en el siguiente capítulo. Hablaré con Ayuken para que haga que mi memoria esté más fluida en cuanto a estos recuerdos se refiere.

    FIN DEL CAPÍTULO 2

     
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